La deforestación, el problema más grave

La deforestación, el problema más grave

Fecha de Publicación: 05/06/2008
Fuente: La Voz del Interior
Provincia/Región: Nacional - Córdoba



La deforestación sigue siendo el problema ecológico más importante de Argentina. Así lo indica una consulta realizada por Comunicación Ambiental, un sitio de periodismo especializado en la problemática que busca generar opinión pública con conciencia ecológica, cultura ambiental y accionar responsable.
El 90 por ciento de las organizaciones no gubernamentales sondeadas consideró a la deforestación –por tercer año consecutivo– como la prioridad uno en la agenda socio-ambiental y reclamó la urgente reglamentación de la ley de bosques nativos, que sancionó el Congreso de la Nación el 28 de noviembre de 2007. Esta norma, apoyada por más de un millón y medio de personas que manifestaron expresamente su adhesión al proyecto, contempla la suspensión de los desmontes hasta que cada provincia realice un ordenamiento territorial de su masa boscosa nativa. Además, establece la obligatoriedad de efectuar estudios de impacto ambiental y audiencias públicas antes de aprobar un desmonte. También protege los bosques utilizados por comunidades campesinas y pueblos originarios.
Asimismo, el relevamiento registró como prioridades ambientales a la actividad minera, la contaminación hídrica, la energía y la gestión de los residuos urbanos y la basura en general.
Adelantada. Córdoba fue precursora en materia de legislación para preservar el monte nativo. Así, el 9 de marzo de 2005 la Legislatura provincial sancionó la ley 9.219 que prohíbe el desmonte para agricultura y el cambio del uso del suelo en todo el territorio cordobés, hasta 2015. Sin embargo, en lo que va del año, técnicos de la Secretaría de Ambiente , mediante relevamientos aéreos, constataron desmontes totales y parciales, quema de pastizales y cambios en el uso del suelo para agricultura en campos comprendidos en los departamentos Río Seco, Ischilín y Tulumba, en el norte cordobés, y General Roca y Río Cuarto, en el sur (Ver Córdoba, un mal ejemplo).

El problema de la deforestación en Argentina no es nuevo.
Desde los albores del siglo 20 hasta la actualidad, el país perdió dos tercios de la superficie de selva y bosques nativos originales, según la Dirección de Bosques de la Nación. Sólo en los últimos años, la deforestación superó las 200 mil hectáreas anuales, siendo la región chaqueña la de mayor reducción de cobertura forestal, señalan las estadísticas oficiales.
Un dato ilustra mejor que nada la magnitud del problema: en los últimos cinco años, la tala arrasó con 1,3 millón de hectáreas en el país, según la Unidad de Monitoreo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques, a partir de la lectura de fotos satelitales que aporta la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.
La cifra indica que la tasa de deforestación de Argentina –que mide el porcentaje anual respecto de la superficie remanente– es seis veces más alta que el promedio mundial, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma)
Planeta desnudo. El Pnuma considera a la deforestación como una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra. Desnudar al planeta de sus bosques y de otros ecosistemas, tiene un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano.
Los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como alimentos, madera, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos.
La deforestación, por lo tanto, puede ocasionar la extinción local o regional de especies, la pérdida de recursos genéticos, el aumento de plagas, la disminución en la polinización de cultivos comerciales o la alteración de los procesos de formación y mantenimiento de los suelos (erosión). En resumen: la deforestación provoca pérdida de diversidad biológica a nivel genético, poblacional y ecosistémico.
Por eso el Pnuma sostiene que la protección ambiental debe ser una parte integrante del desarrollo con el objeto de aliviar la pobreza y lograr un equilibrio entre la eficiencia económica y la sustentabilidad.

Córdoba, entre las más castigadas

La ley obliga a reforestar con especies nativas las áreas desmontadas. Pero no se cumple.
En Córdoba se da una situación paradójica en relación con la problemática ambiental en general y con la deforestación en particular.
Por un lado, la provincia ha sido vanguardista en materia de legislación ambiental en Argentina pero, por otro, muestra serias deficiencias a la hora de definir políticas enderezadas a la preservación o el uso sustentable de los recursos naturales.
Para muestra sobra un par de botones.
En los últimos 30 años del siglo 20, fueron eliminadas 1,2 millón de hectáreas de bosque nativo en el norte cordobés. El dato forma parte de un informe elaborado por investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal y de la Cátedra de Recursos Naturales y Gestión Ambiental de la UNC.
“La expansión de la agricultura –principalmente– y de la ganadería, han producido cambios sin precedentes en la cobertura del territorio. De tal forma que esta región, casi completamente cubierta de bosques en el pasado, ha sido transformada en un paisaje fragmentado”, destaca el trabajo.
“Los bosques se han convertido en cultivos comerciales para la producción de granos y en pasturas para ganadería”, resumen los investigadores.
Ese trabajo sirvió a los legisladores cordobeses para sancionar, en 2005, la ley 9.219 que prohíbe el desmonte para agricultura y el cambio del uso del suelo hasta 2015. Sin embargo, desde la entrada en vigencia de la norma se han constatado más de 600 infracciones.
Y si bien la ley contempla “en todos los casos” medidas de remediación del daño ambiental causado por el desmonte –como obligar al infractor a reforestar el área dañada con especies nativas– en los registros de la Secretaría del Ambiente no hay asentado ningún antecedente de la aplicación efectiva de ese castigo.

Hay que parar - Por: Rafael Kopta, Biólogo, presidente de la Fundación Acude

Hace 18 años que llevamos adelante el Programa Educar Forestando, en el que miles de maestras y maestros enseñaron y enseñan a niños a respetar el ambiente a través de la producción y plantación de árboles. Nuestro objetivo es generar en la sociedad una visión a futuro y una actitud de respeto por los recursos naturales, promoviendo su uso racional o sabio. Sabiduría que no existe en algunas personas que continúan desmontando y que violan la ley.
Hay quienes todavía tienen la visión de que el monte estorba al progreso. De hecho, cuando se desmonta un campo se dice que se lo “limpia”, es decir que se le saca lo que no sirve.
Sin embargo, el monte cumple funciones muy importantes tanto ecológicas como sociales. Protege el suelo de la erosión y con ello se conserva su fertilidad, administra el agua gracias a que permite su infiltración, y permite la existencia de una gran variedad de formas de vida, entre otros servicios. Y hace que muchas familias vivan gracias a su existencia y mantengan su cultura, y que luego de su desaparición sigue la migración y el mayor empobrecimiento de esa gente.
En Córdoba se ha deforestado a una tasa casi 13 veces mayor que la tasa mundial del 0,23 por ciento anual (según la Secretaría de Ambiente de la Nación, 2002 a 2004). Estamos convencidos de que es necesario redoblar los esfuerzos educativos para seguir generando una actitud de respeto. También urge que se haga cumplir la ley provincial 9.219 que prohíbe el desmonte total y no sólo a pagar una multa, sino a reforestar con especies nativas el campo que fuera desmontado.
También es necesario que se cumpla la ley nacional de prohibición de desmontes, recientemente sancionada.
¿Qué falta para que las leyes se cumplan? Primero, decisión política. Segundo, datos oficiales sobre desmontes actualizados y disponibles públicamente. Finalmente, concientización e información precisa a la población de qué hacer en caso de saber de un desmonte.

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