Renacer del Plan Nuclear Argentino

Renacer del Plan Nuclear Argentino

Fecha de Publicación: 11/02/2009
Fuente: Los Andes On Line - Publicado en la Edición del Día 09/02/2009
Provincia/Región: Nacional


El especialista rescata los intentos del Gobierno nacional por reconstruir una política en energía nuclear que durante la década pasada dejamos de lado pese a los importantes avances de años anteriores.
A veces aprendemos de nuestros errores y así podemos rectificarlos; la reactivación del Plan Nuclear en Argentina parece ser un ejemplo de ello. Después de haber sido líder indiscutido en tecnología nuclear en América Latina durante la década del ’70 y principios de los ’80, nuestro país decidió frenar su plan nuclear y desmembrar la Comisión Nacional de Energía Atómica -la CNEA- que era su columna vertebral.
Se invocaron razones de índole política y económica que no vamos a discutir ahora ya que no es sano vivir criticando al pasado. Resulta preferible echar una mirada sobre la decisión del Gobierno nacional de rever esa situación y retomar la actividad nuclear en la Argentina.

La Argentina hoy
El 23 de agosto de 2006, el ministro Julio De Vido pronunció un discurso que cambió la política nuclear argentina de más de veinte años. En esa alocución se anunció la decisión de concluir la central nuclear de Atucha II que estaría en condiciones operativas a fines del 2010.
Esto significa agregar 745 MW al sistema eléctrico argentino que opera al límite de su capacidad.
Una consecuencia importante de esta disposición es que requiere incorporar numerosos ingenieros y científicos a la CNEA y a Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA), que es la empresa estatal que opera las centrales nucleares. Se espera así poder reconstruir equipos de trabajo que en el pasado alcanzaron un altísimo nivel profesional.
Relanzar el plan significa que aumentarán los requerimientos de dos insumos básicos para el funcionamiento de un reactor nuclear.
Por un lado es necesario contar con uranio que es el combustible de los mismos, y de agua pesada que actúa como moderador. Esto último implica que hay que volver a poner en funcionamiento la planta de agua pesada que se encuentra en Arroyito, en la provincia del Neuquén.
Y por otro lado supone reactivar la minería del uranio. En este asunto la provincia de Salta picó en punta. Allí se encuentra la mina Don Otto que estuvo productiva hasta principios de los ’80 y que con los actuales precios del uranio vuelve a ser rentable ya que quedan allí unas 270 toneladas de mineral.
Por otra parte, en este momento hay en esa provincia una empresa argentina, tres canadienses y una australiana realizando prospecciones en busca de nuevos yacimientos de uranio, y los resultados preliminares son muy satisfactorios. En este punto no podemos dejar de lamentar la política minera impulsada por la Provincia de Mendoza y que impide trabajar la mina de Sierra Pintada.
Respecto del impacto ambiental de esas actividades, hay que hacer notar que la CNEA ha implementado el Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería de Uranio (Pramu). Esta iniciativa, que cuenta con financiación del Banco Mundial, aspira remediar los pasivos ambientales generados en el pasado por la actividad minera ligada al uranio.
En una primera etapa se pretende detectar los problemas específicos de cada sitio, por ejemplo en el caso de Sierra Pintada, las colas de uranio. Posteriormente se espera determinar, basándose en la experiencia internacional de casos similares, cuales son las soluciones viables.

Argentina a largo plazo
A más largo plazo, los objetivos propuestos por el ministro son muy ambiciosos. Se han comenzado estudios de factibilidad para construir la cuarta central nuclear que estaría también en Atucha. La razón de esta ubicación es que está en el corazón del cordón industrial que va desde Ensenada hasta Rosario y donde se concentra una parte sustancial de la actividad manufacturera argentina.
Y hay dos proyectos que desde un punto de vista técnico son muy exigentes pero por eso mismo muy interesantes.
El proyecto Carem apunta a construir reactores nucleares compactos de baja potencia, alrededor de 25 MW, muy seguros y de mantenimiento relativamente sencillo. Su diseño es de última generación y están destinados a ser instalados en puntos de alto consumo energético, por ejemplo en un polo de industrias electro-intensivas.
De tener éxito en este emprendimiento, la Argentina ocuparía un nicho vacío en el mercado mundial de la tecnología nuclear, aunque hay varias empresas y países que apuntan a lo mismo. Esperemos que al menos una vez en nuestra historia lleguemos a tiempo.
El otro proyecto apunta a reactivar la planta de enriquecimiento de uranio que se construyó en Pilcaniyeu, una localidad rionegrina a 70 kilómetros de Bariloche. Allí se logró dominar esa tecnología y a mediados de 1983 se pudo anunciar públicamente que la Argentina era capaz de obtener uranio enriquecido.
Fue el primer país fuera del mundo desarrollado en poder hacerlo, pero poco después las instalaciones fueron desactivadas. Y no es sencillo, técnicamente hablando, volver a poner en funcionamiento una planta de esa complejidad que ha estado 25 años detenida.
Asimismo, la cuestión es sensible en términos de relaciones internacionales ya que se trata de una tecnología dual, esto es, susceptible de uso civil pero también de aplicaciones militares. Al respecto hay que decir que la Argentina firmó el Tratado de Tlatelolco (1993) que declara a América Latina libre de armas nucleares y el Tratado de No-proliferación Nuclear (1995) por el que se compromete a no construir tales artefactos.
En los hechos esto significa que las instalaciones nucleares argentinas son controladas por la Agencia Internacional de Energía Atómica -IAEA por sus siglas en inglés-, que es el organismo dependiente de Naciones Unidas encargado de estos asuntos. Entonces no hay posibilidad alguna de desviarse de la senda pacífica en el uso de esta tecnología.

Nostalgia
Para terminar, una nota personal. Recuerdo con nostalgia y cariño el orgullo que sentíamos quienes pertenecíamos a la CNEA allá por los años ’80 y la mística que existía en la institución, en particular durante la gestión de Carlos Castro Madero. Después la Comisión entró en un lento declinar que se acentuó con el tiempo y terminó llevándola a su mínima expresión. Tal vez ahora esté saliendo de ahí.
En tecnología nuclear la Argentina no puede aspirar hoy a ser líder como lo fue hace 30 años pero sí a volver a jugar en primera división.
Esperemos que así sea.

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