Conservación y recuperación de los montes

Reflexiones sobre la conservación y recuperación de los montes nativos

Fecha de Publicación: 25/02/2008
Autor del Artículo: Rafael A. Sabattini


Es importante que el productor entrerriano tome conciencia de la significación ecológica y ambiental que presenta el mantenimiento de un sistema natural, como son los montes nativos en sus distintas formas: montes altos con algarrobales, sabanas de ñandubay, montes con palma caranday, monte selva, selvas en galerías y otros sistemas, sean de tierra firme o de ambientes inundables.
Los sistemas productivos en Entre Ríos presentan una altísima biodiversidad de ambientes factibles de conservar y de hacerlos productivos. Desde ya, la productividad de ellos dependerá en gran medida del aporte energético suministrado tanto en sistemas agrícolas como ganaderos, lo cual implica un equilibrio entre ambos para lograr estabilidad.
Hablamos permanentemente del cambio global de nuestro planeta, como si nosotros estuviéramos fuera, y consideramos que lo que nos pasa es algo heredado de otras zonas; pero, en realidad, somos parte responsable de esos cambios, y lamentablemente no reflexionamos en la implicancia que tienen nuestras actividades productivas y de aquellas que ponen en riesgo los recursos naturales como, por ejemplo, el suelo, el agua, los montes nativos, etc.
La concentración de hacienda en nuestros campos es cada vez mayor, por reducción de las áreas de pastoreo debido a la incorporación de lotes afectados a la agricultura. Esta situación merece la necesidad de entender que si continúa esta proyección cada vez nos alejaremos de la posibilidad de mantener un equilibrio entre las actividades agrícolas y las ganaderas, lo que probablemente en pocos años nos sea sumamente dificultoso, mantener la productividad de estos sistemas por un agotamiento crónico a causa de la pérdida de los elementos que dan estabilidad: la biodiversidad ambiental.
Los esquemas de desarrollo sustentable no se sintetizan con una agricultura en expansión y menos aún con actividades productivas en zonas ecológicamente frágiles, como las que podríamos considerar gran parte de las áreas de montes nativos en Entre Ríos.Esto, fundamentalmente, se traduce en la disminución paulatina de las superficies cubiertas por montes nativos como ha esta ocurriendo en Entre Ríos con mayor o menor intensidad. Es importante, entonces, dimensionar si el objetivo es mantener los montes nativos o habilitar áreas para la agricultura.
Si planteamos la primera posición, como es de esperar, entonces se busca conservar un recurso natural, por lo tanto no es posible continuar con el criterio de ubicar los mejores suelos de aptitud agrícola para el desmonte, dado que coinciden con los mejores montes nativos y, de ese modo, perdemos productividad y calidad de pastos.
En ese sentido, no estamos protegiendo el monte nativo, sólo apuntamos al desmonte, y si así fuese necesario, como lo señalamos habitualmente en las jornadas de extensión, sólo deberíamos seleccionar aquellos montes nativos en donde la productividad sea tan baja o se encuentren totalmente degradados como para pensar en talarlos y subsidiarlos con altos costos para habilitarlos a la producción. Un ejemplo de ello podrían ser los montes con palma caranday en donde, las posibilidades de incorporar áreas de pastoreo son realmente muy complicadas, a la luz de los conocimientos que disponemos en la actualidad.
Desde mi punto de vista esto sólo se sostiene si, previo a la decisión del desmonte (pasando por el proyecto exigido por la legislación vigente) deben considerarse otras alternativas de recuperación del monte nativo de modo de conservarlo pero con productividad, lo cual es factible.
Hoy nos encontramos con un pastizal degradado, cuyo aspecto denota una cobertura vegetal de muy bajo vigor y normalmente se encuentra enmalezado por el avance de las arbustivas.
Uno se pregunta cuál es la causa de esta situación; a priori, uno podría señalar que fundamentalmente es porque falta o debería ajustarse algún tipo de manejo sobre las áreas naturales de pastoreo. Por un lado, en parte es así; pero, sin embargo, la dinámica ambiental, y más precisamente los cambios climáticos, además, nos juegan en contra ante estas situaciones.
La productividad de los montes nativos dependerá fundamentalmente del manejo que el productor agropecuario realice en sus campos. Toda práctica aplicada exige su monitoreo y adaptabilidad al sistema productivo.
Disponemos de formas de manejo para recuperar gradualmente la productividad de estos sistemas productivos y el productor cuenta con profesionales capacitados para planificar y ejecutar actividades de recuperación en el monte nativo.
La producción pecuaria, y en particular la ganadería de carne, exige cada vez más hacer eficiente la actividad tanto en la producción de pasto como en la cantidad de carne/hectárea/año.
En gran parte de los casos, la práctica de manejo más eficaz es que el productor cambie su rutina de pastoreo en los montes nativos, de modo tal de hacer descansar los lotes y luego iniciar un pastoreo rotativo con alta carga instantánea. Esto implica la utilización de la técnica del apotreramiento, para lo cual no necesariamente los lotes deben dividirse en partes iguales; es necesario conocer si la receptividad de ambos subpotreros es similar para mantener en un mismo tiempo igual carga animal.
En esa línea, se señalan algunas de las premisas básicas para iniciar la recuperación de un monte nativo, como lo son:

* El análisis de la superficie ocupada por malezas como áreas de desperdicios.
* El conocimiento de la superficie de los potreros y localización aguadas.
* La evaluación de la producción de pastos para estimar la receptividad.
* La planificación de la subdivisión de potreros según circuitos productivos.
* El manejo de los tiempos de pastoreo y descanso del pastizal y de la carga animal.
* El inicio de actividades culturales sobre los montes: limpiezas y desarbustado, y podas y raleos de árboles.

Es importante, por otra parte, señalar que la superficie remanente de montes nativos en Entre Ríos está muy por debajo de los límites inferiores para el mantenimiento de ecosistemas naturales a nivel mundial. Por lo tanto, una decisión de desmonte a nivel de potrero o de establecimiento impactará en nuestra región.
Es sabido sobre la preocupación gubernamental, acerca de la necesidad de actualización de la superficie de las áreas boscosas y por otro lado, la definición de áreas riesgo y fragilidad de los diferentes montes nativos.
Este “gran pulmón”, que aún nos queda en la Mesopotamia argentina, no sólo controla la erosión de nuestros campos sino que regula los ciclos biogeoquímicos y climáticos, lo cual nos da estabilidad ecológica, ambiental y productiva, en el manejo mixto (agrícola - ganadero - forestal), y brinda escenarios futuros de diversificación productiva, que no debemos perderlos.
Los productores ganaderos son conscientes de la necesidad de mantener e incrementar la productividad de los pastizales en montes nativos pero la expansión agrícola desalienta las inversiones sobre estos sistemas.
Si bien existe una reducción del 50 % en el Impuesto Inmobiliario Rural por cinco años para las fracciones de montes nativos que realicen prácticas de manejo para mejorar la productividad y mantener las áreas de monte, esto hoy no es suficiente para el sector, por lo cual habría que considerar otras alternativas de desgravación.
Desde las instituciones educativas y de investigación trabajamos en el estudio y la aplicación de tecnologías en el manejo del monte nativo, fundamentalmente de técnicas y prácticas de bajo costo y que puedan utilizarse a escala productiva.
Por otra parte, desde la política gubernamental debe orientarse cada vez más a darle consistencia e importancia a la utilización de proyectos y planes de recuperación de montes nativos.
Desde el Estado como desde la producción se debe estar convencido de la necesidad de mantener el equilibrio productivo en nuestra provincia; de lo contrario, el daño por el desmedido desmonte cada vez más se verá acentuado. La responsabilidad es de todos, sólo falta asumirla.

(*) Ingeniero Agrónomo. Profesor Titular de la Cátedra de Ecología de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER.

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